jueves, 20 de diciembre de 2012

De represiones, síntomas y patrones..


Recuerdo muy claramente una ocasión que necesitaba hacer una tarea, estaba revisándolo en casa y si tenía un error, recuerdo que me paraban y me pegaban con el cinto…
Recuerdo las reprimendas cuando sacaba una calificación baja. Me criaron para aprender a dar lo mejor y no equivocarme en la escuela.

Actualmente me es muy difícil perdonarme sacar una calificación menor de 100, a pesar que estoy consciente que ese número no define mi aprendizaje. He hablado con mis padres y para ellos el número ha dejado de importar porque de cualquier manera ellos estarán orgullosos de mi.

Me regañaban cuando lloraba y una ocasión me callaron mientras cantaba diciéndome que no lo hacía bien.

Actualmente me es increíblemente difícil llorar en presencia de alguien, aunque sea un amigo muy cercano. Me he tragado las lágrimas muchas veces a pesar de sentir que necesitaba hacerlo.

Actualmente no canto porque no me gusta mi voz.

Siempre me educaron sobre el orden muy meticuloso y la limpieza.

Actualmente vivir con alguien más se podría volver una tortura por mis manías de orden.


Este escrito no es sobre traumas infantiles que actualmente pudiera calificar como "causa" de mis inhibiciones, este escrito es sobre como recuerdos insignificantes se transforman en síntomas y estos síntomas terminan haciendo PUM un buen día, mientras estás sentado leyendo un libro terapéutico en un salón de clases lleno de gente que conoces.

Lo que viví en cuanto a las exigencias para la escuela es algo sumamente positivo, y lo es, cuando aprendemos a descubrirle lo bueno.. el equilibrio sin patología: el aprender a echarle todas las ganas pero no torturarnos cuando obtenemos calificaciones bajas.

Todos estamos atados a algo: personas, palabras.. recuerdos. Lo mas triste es que nosotros mismos construimos esas cadenas cuando no dejamos ir las cosas negativas o cuando nos tomamos las cosas muy en serio.

Me sentí dentro de un pozo, un pozo que fui construyendo yo misma. Se llega un punto en el que descubres que te has construido a base de ciertas experiencias, a base de comentarios y acciones de otras personas. Y ya no te sientes cómodo, ya no te sientes feliz y hasta te preguntas ¿lo he sido acaso?

Y es triste, es difícil.. pero es necesario que, así como hicimos una construcción influenciada por cosas negativas quizá, nos armemos de fuerza y tiremos aquello que ya no sirve, aquello que nos hace daño y ya dejó de tener sentido desde hace mucho.

A veces necesitamos aplicarnos unas autopalmaditas y dejar de ser tan críticos con nosotros mismos y ser selectivos para quedarnos con aquellos recuerdos, aquellas palabras y aquellas personas que sabemos que nos traen mayores beneficios.

Hora de romper patrones que nosotros mismos nos impusimos tan severamente e intentar cosas diferentes, ¿para qué hacer lo mismo si los resultados ya no nos están gustando? Hora de crecer como persona.