Siempre supe que tarde o temprano iba a escribir sobre esto.
Después de todo, es una de las actividades más enriquecedoras y que más han marcado mi vida hasta este momento.
Estaba en sexto semestre, cuando un maestro, amigo y una persona a la cual admiro, me preguntó si quería apoyarlo con sus clases.
Yo creo que accedí mentalmente casi en el instante, porque yo sabía que esta clase de actividad no se la ofrecen a cualquiera y que eso significaba que confiaban en mi para esa responsabilidad.. pero por mi personalidad muy tímida y sabiendo que aún cuando me tocaba exponer o hablar en público me ponía muy, muuuy nerviosa, vinieron muchos pensamientos a mi cabeza, como un reflejo: "No, no puedo, ni de chiste, no estoy preparada para eso".. me sentí un tanto ansiosa.
Decidí tomarlo como la oportunidad que era, como un reto para mejorar y crecer; entonces dije que si.
Realmente no era la primera vez que algún pensamiento sobre enseñar se cruzaba por mi mente.
Cuando estaba en tercer semestre y vi a un compañero apoyando a un maestro con sus clases, pensé que ese trabajo sería muy buena opción para estar creciendo constantemente en conocimientos...
Me cuenta mi mamá, que un fin de semana que estaba en reynosa (durante esa temporada de tercer semestre), me acerqué y le dije:
-Ya sé que quiero hacer en un futuro, dar clases en la facu.
-¿Y sabes qué tienes que hacer para lograr eso?
-Si, sobresalir y ser la mejor en mi generación.
La verdad yo no recuerdo mucho la conversación, mi mamá me la platicó con detalles porque dice que le sorprendió mi seguridad.
Y, gracias a mi mamá, siempre he creído que cualquier cosa que haga, así sea sólo una tarea de la facultad, es bueno ponerle las ganas y hacerlo lo mejor que pueda porque de cierta forma ese trabajo lleva mi nombre.. aunque pudieran sonar como detalles pequeños, pienso que esa dedicación en cada cosa, es lo que termina haciendo que una persona sobresalga entre la mediocridad.
"Somos lo que hacemos día a día; de modo que la excelencia no es un acto, sino un hábito"
Les he dicho a mis compañeros de cuarto semestre que no me digan "Maestra", porque para ser sinceros yo no tengo ese título, no soy "maestra" oficial de nada, sólo soy un apoyo. Pero este semestre que acaba de terminar una alumna me sorprendió con su respuesta:
-Si te decimos maestra, es porque nos estás enseñando algo. Y eso, para mi, te hace una maestra.
Aunque sigue siendo válido que no tengo el título oficial, eso me dejó pensando y me remontó a otras cosas que ya había notado.
Descubrí que quien se pone en frente de un grupo no está sólo ahí para mostrar el contenido temático de una materia.. Descubrí que quien se pone en frente de un salón tiene de 40 a 50 puertas (por grupo) para causar algo bueno, para dejar algo positivo en sus vidas.
Más allá que pararte ahí y leer diapositivas, te deberías de parar ahí para mostrarles a tus alumnos que tu profesión es apasionante...
que la psicología es apasionante.
No sé qué pasa con muchos de los maestros en la actualidad, que parecen olvidar esto... o quizá les dan una clase de conductual siendo psicoanalistas (tristes errores administrativos).
Espero, que si en algún momento llego a estar como "maestra" oficial en alguna escuela, no se me olvide que tengo frente a mi, oportunidades.. oportunidades para inspirar y no sólo para leer libros y explicar cosas.