sábado, 1 de junio de 2013

Faith

Últimamente he estado triste.

Y hace un par de días me enteré de unas cosas que me hicieron sentir muchísimo pesar y la verdad me sentí impotente.

Otras veces había escrito que considero que una de las peores emociones que se pueden experimentar es la impotencia, el sentirte sin armas para realizar algo que necesitas hacer...y así me sentía.

Desde cuna me han inculcado el creer en Dios y en tener fe, el ir a la iglesia y esas cosas.

Hoy en día que tengo mi propia manera de pensar, realmente sigo conservando esos principios porque yo misma he descubierto que mis días son mucho mejor cuando creo y confío en alguien superior.

A veces las religiones nos pintan a un Dios distante y enojado, que sólo está para juzgarnos por nuestros errores y ya. Es muy triste porque esa clase de cosas en lugar de acercar a la gente a Dios, la termina alejando.

Me gusta conocer a Dios como un amigo, como un consuelo, como una esperanza, como un soporte, como todo lo sublime que puede existir... Me gusta orar a Él.

Hace un par de días, sintiéndome completamente perdida, me senté en mi cama viendo la ventana y el cielo, antes de que fueran las siete de la mañana, suspiré y comencé a orar...

Le dije a Dios que me había metido en un callejón y que no sabía que hacer, que me sentía sola y sin respuestas... Que me sentía cansada y que ya no podía hacer las cosas por mi cuenta. Que había cometido errores y ya no quería seguir cometiéndolos. Le platiqué la situación y le dije que la ponía en sus manos, que estaba segura que Él tenía la mejor solución y que me ayudara a sentirme tranquila y descansar en Él. Le dije cuanto desearía poder conversar directamente con Él y escuchar su voz.

Mi mamá siempre me ha dicho que podemos hacer una oración y después abrir la Biblia en el primer pasaje que encontremos y es como si tuviéramos una respuesta de Dios.

Entonces hice eso, pero con otro libro que tengo. Para mi sorpresa, la primer página que encontré al abrir el libro, decía así:

"Mi princesa, yo puedo hacerlo todo.

Sé lo mucho que te cuesta creer que mi poder está a tu disposición en forma personal. Lo único que puede evitar que mi poderosa mano obre en tu vida eres tú misma, mi amada. Recuerda que yo he colocado dentro de ti un poder igual al que mostré al levantar a mi hijo Jesús de los muertos. No permitas que las desilusiones o los temores del pasado te priven de pedirme lo que necesitas y de creer que mis tiempos son perfectos. Continúa buscándome con todo tu corazón y obedeciendo todo lo que yo te diga mientras esperas en mi. Quiero que sepas que yo siempre mantengo mi palabra y cumplo mis promesas. Aún cuando el mundo te decepcione, yo te volveré a levantar. Y seré leal a ti hasta el fin de los tiempos y aún más allá.

Con amor, 
Tu verdadero Rey. "


Ese libro me lo regaló mi mamá hace un mes. Se llama "Su princesa: cartas de amor de tu Rey". Y cada página tiene un formato para una situación diferente.

Cuando lo leí empecé a llorar mucho.

Es en esta clase de cosas y detalles que veo a Dios, que lo siento cercano a mí, cuidándome y al pendiente de mi. Eso me hace sentir una paz inigualable.


Esa mañana agarré mi mochila y me fui a la escuela. Esa mañana fue ayer.

Gracias Dios, por ser tan real en mi vida.

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