Recuerdo que uno de mis maestros cercanos de FaPsi me llegó a decir varias veces que uno debe de buscar hacer aportaciones a su campo de interés y creo que se me quedó muy grabado como una aspiración para mi futuro.
Me imagino que esa búsqueda de aportar es precisamente una forma de trascender, de crear un impacto que va mas allá del día a día y sin duda, era algo que me movía en mi experiencia como docente; para mi, la esencia de la docencia era una cuestión de inspirar a mis compañeros (y alumnos) a que se comprometieran con un ejercicio profesional de calidad y siento que ese “trascender“ le da mucho sentido y un propósito a la vida en general.
Algo similar pasa con la clínica, uno como neuropsicólogo o psicólogo busca colaborar en el proceso de su paciente, sea cual sea el enfoque.
Una vez, hace mucho, leí una frase que decía algo de que el éxito se mide en función de la cantidad de vidas que logres impactar o tocar...
Suena como muy cursi o motivacional, pero me gustó para adoptarlo jajaja
Y bueno, la inquietud de seguir estudiando un doctorado me surgió en algún momento hace varios años, pero fue durante mi formación de maestría, mientras estaba en Puebla, que lo concreté un poco más. Teniendo en mente la idea de adquirir herramientas de investigación que me ayudaran para verdaderamente buscar “hacer aportaciones a la neuropsicología“
En ese tiempo indagué alternativas e hice un intento de aproximación a la opción que me interesaba más, pero no tuve respuesta y la verdad no le di seguimiento, poco después se abrió una oportunidad laboral de regresar a Monterrey para estar en FaPsi y eso fue definitivo lo que me hizo volver y abandonar de forma temporal la idea del doctorado, pero la inquietud ya estaba ahí y suelo ser algo (muy) terca cuando tengo esas inquietudes en mente.
Estaba muy feliz, la verdad este año y medio post-maestría en Monterrey me sirvió y aprendí un montón de cosas. Creo que haber dejado FaPsi en enero 2020, ciertamente me causó como una especie de vacío y creo que (aunque no lo vi así en ese momento) el haberme desprendido, sirvió para que me replanteara la idea de seguirle con el doctorado. Yo creo que si me hubiera quedado en FaPsi, ahí se me hubiera ido la vida porque le tengo un cariño enorme a la facultad, es un lugar muy simbólico para mí. Aparte que Monterrey es una ciudad que me enamoró desde el 2009 y es donde están la mayoría de mis amistades más cercanas, muchos lugares favoritos.. sumando, he vivido cerca de los 9 años en la ciudad.
Y así fue, estuve cerca de todo un mes debatiéndome la idea de si quería volver a cambiarme de ciudad para intentar ese plan, le sufrí mucho para tomar la decisión la verdad jaja hablé con muchas personas, lo hablé con mi analista también, hice listas de pros y de contras (como buena obse) porque aunque ya no estaba en FaPsi, mi trabajo en NCO también era muy apasionante, hacía lo que me gustaba y con buen sueldo para vivir y ahorrar. Tenía un equipo de trabajo en el que aprendía un montón y podía igual, verme creciendo ahí. Total, que en el período que explotó todo lo del covid en Monterrey precisamente jaja me decidí y establecí contacto con el doctorado, le contaba a una de mis nuevas compañeras que lo hice sin expectativas y me sorprendí de obtener respuesta favorable.
Sabía que era muy probable que se les diera preferencia a las mismos estudiantes que hacen su maestría en la misma institución, pero aún así me dieron la oportunidad, confiaron en mí sin conocerme y se pudo concretar algo. Muuuuuy a la carrera y sobre reloj... pero luego así es una de acarrerada.
Yo creo que todos mis amigos en algún momento de este trámite de admisión me escucharon lloriquear y toda insegura, cada paso sentía que ya iba a ser el último, que ya no se iba a armar. Quedé tan paranoica y con ideas tan obsesivas que a pesar de ciertas respuestas positivas yo seguía dudando si me iban a aceptar o qué. Unos cuantos meses después ya estaba aquí haciendo un último trámite y bueno, ahora ya estoy felizmente instalada.
Algo gracioso es que la primer respuesta que obtuve del doctorado fue más bien una pregunta jaja fue una especie de “estás segura?“ porque toda mi formación es bastante clínica y el doctorado es de ciencia básica. Y claro que contesté con un “si“, sin dudar. En mi cabeza había ciertos miedos porque sabía que la maestría aquí está pesada en el área de investigación y pues yo no tendría esas bases, sabía que iba a llegar en desventaja, me metí a cursos de metodología y estadística online antes de llegar para no sentirme tan atrasada. Pero eso no me preparó para la primera semana.
Aparecieron un par fantasmas como “no voy a ver pacientes luego de casi diez años trabajando en clínica“, “estoy empezando con algo que no es mi fuerte“. No se sintió para nada como en la maestría, que yo llegué con plena consciencia que estaba yendo para mejorar mis habilidades, para perfeccionar mis técnicas... Aquí llegué como un “ok, vengo a aprender todo lo que se pueda“. A pesar de que durante mi formación de Lic hubo un momento que la investigación llamó mi interés y pues tuve experiencias que me permitieron conocer, siempre tuve le sensación de que necesitaba aprenderle más. Aquí no podía decir que vengo a perfeccionar, sino que siento que vengo a formarme como tal. Y eso da mucho miedo, la verdá. Dejar la zona de confort.
En mi examen, hubo observaciones que de plano me dejaron como un “ok, no sé esto.. pero quiero aprenderlo y me voy a esforzar“
Esas dos primeras semanas, que me presentaron como la nueva alumna del laboratorio la verdad me sentía (y todavía siento) así:
Jajaja vamos a ver cuánto tiempo pasa antes de que me sienta como la segunda parte de esta escena por estrés y etc.
Esa primer semana, en clases, en los trayectos sentía un “OMGGGG, estoy aquí, al fin“. Pero no sé, creo que la pandemia también me pegó, de haber estado tres meses en casa acompañada y luego venir aquí a un depa solo y a una escuela también un poco vacía, al inicio me hizo sentir muy sola y vulnerable.
Fue una especie de sube y baja, porque por un lado me sentía mega afortunada, no sólo por la oportunidad que me dieron, sino también porque me fui dando cuenta que estaré trabajando con un equipo muy bueno, unido y con una guía cálida y muy educativa. Pero, por otro lado me daban momentos de pánico y de duda respecto a lo que “dejé“.
No estoy segura en qué momento pasó.. yo creo que fue la semana pasada que simplemente algo me hizo click, estaba conversando con uno de mis compañeros sobre su proyecto y luego volvimos los dos a trabajar en nuestras compus para leer y sentí un “estoy cómoda“ me gusta este ritmo.. me gusta estar en mi laboratorio, se me pasan las horas mega rápido leyendo y se me hace todo muy nuevo e interesante. La estadística claramente será algo que me va a costar trabajo, ya lo experimenté y eso me revuelve miedos, pero estoy dispuesta a volver a leer, a hacer esquemas, a preguntar hasta que lo logre entender bien.
Estos día le contaba a alíen que hubo un momento que sentí que estaba haciendo muchas preguntas en clase, pero no importó, me di “la oportunidad de no saber y preguntar“ y eso es un gran paso para alguien medio cuadrada como yo. Es extraño, porque si he estado bastante acostumbrada a ser la ñoña de mi grupo, la que ayuda, la que sabe. Ahora no, pero hay cierta libertad en eso y se siente muy bien.
Cuando me preguntaron en la entrevista “por qué un doctorado?“, luego de unos cuantos rodeos nerviosos, dije que la clínica me hace muy muy feliz y me da mucha satisfacción, pero quiero algo más... quiero tener las herramientas para poder organizar mejor mis observaciones y contribuir más allá del consultorio, generar conocimiento que impacte. Y claro que poder compartirlo en la docencia también será un mega plus.
El doctorado me dará eso y siento que he tomando una buena decisión.
Uno de los doctores que estuvo en mi examen me dijo que con la preparación del proyecto hice un ejercicio “al límite“ de mis habilidades actuales y eso es súper correcto, lo he venido pensando todos estos días. Estoy al limite. Pero quiero seguir empujando hacia en frente..