viernes, 25 de septiembre de 2020

Al límite

Recuerdo que uno de mis maestros cercanos de FaPsi me llegó a decir varias veces que uno debe de buscar hacer aportaciones a su campo de interés y creo que se me quedó muy grabado como una aspiración para mi futuro.


Me imagino que esa búsqueda de aportar es precisamente una forma de trascender, de crear un impacto que va mas allá del día a día y sin duda, era algo que me movía en mi experiencia como docente; para mi, la esencia de la docencia era una cuestión de inspirar a mis compañeros (y alumnos) a que se comprometieran con un ejercicio profesional de calidad y siento que ese “trascender“ le da mucho sentido y un propósito a la vida en general.

Algo similar pasa con la clínica, uno como neuropsicólogo o psicólogo busca colaborar en el proceso de su paciente, sea cual sea el enfoque.


Una vez, hace mucho, leí una frase que decía algo de que el éxito se mide en función de la cantidad de vidas que logres impactar o tocar...

Suena como muy cursi o motivacional, pero me gustó para adoptarlo jajaja


Y bueno, la inquietud de seguir estudiando un doctorado me surgió en algún momento hace varios años, pero fue durante mi formación de maestría, mientras estaba en Puebla, que lo concreté un poco más. Teniendo en mente la idea de adquirir herramientas de investigación que me ayudaran para verdaderamente buscar “hacer aportaciones a la neuropsicología“


En ese tiempo indagué alternativas e hice un intento de aproximación a la opción que me interesaba más, pero no tuve respuesta y la verdad no le di seguimiento, poco después se abrió una oportunidad laboral de regresar a Monterrey para estar en FaPsi y eso fue definitivo lo que me hizo volver y abandonar de forma temporal la idea del doctorado, pero la inquietud ya estaba ahí y suelo ser algo (muy) terca cuando tengo esas inquietudes en mente.


Estaba muy feliz, la verdad este año y medio post-maestría en Monterrey me sirvió y aprendí un montón de cosas. Creo que haber dejado FaPsi en enero 2020, ciertamente me causó como una especie de vacío y creo que (aunque no lo vi así en ese momento) el haberme desprendido, sirvió para que me replanteara la idea de seguirle con el doctorado. Yo creo que si me hubiera quedado en FaPsi, ahí se me hubiera ido la vida porque le tengo un cariño enorme a la facultad, es un lugar muy simbólico para mí. Aparte que Monterrey es una ciudad que me enamoró desde el 2009 y es donde están la mayoría de mis amistades más cercanas, muchos lugares favoritos.. sumando, he vivido cerca de los 9 años en la ciudad.


Y así fue, estuve cerca de todo un mes debatiéndome la idea de si quería volver a cambiarme de ciudad para intentar ese plan, le sufrí mucho para tomar la decisión la verdad jaja hablé con muchas personas, lo hablé con mi analista también, hice listas de pros y de contras (como buena obse) porque aunque ya no estaba en FaPsi, mi trabajo en NCO también era muy apasionante, hacía lo que me gustaba y con buen sueldo para vivir y ahorrar. Tenía un equipo de trabajo en el que aprendía un montón y podía igual, verme creciendo ahí. Total, que en el período que explotó todo lo del covid en Monterrey precisamente jaja me decidí y establecí contacto con el doctorado, le contaba a una de mis nuevas compañeras que lo hice sin expectativas y me sorprendí de obtener respuesta favorable. 


Sabía que era muy probable que se les diera preferencia a las mismos estudiantes que hacen su maestría en la misma institución, pero aún así me dieron la oportunidad, confiaron en mí sin conocerme y se pudo concretar algo. Muuuuuy a la carrera y sobre reloj... pero luego así es una de acarrerada.


Yo creo que todos mis amigos en algún momento de este trámite de admisión me escucharon lloriquear y toda insegura, cada paso sentía que ya iba a ser el último, que ya no se iba a armar. Quedé tan paranoica y con ideas tan obsesivas que a pesar de ciertas respuestas positivas yo seguía dudando si me iban a aceptar o qué. Unos cuantos meses después ya estaba aquí haciendo un último trámite y bueno, ahora ya estoy felizmente instalada.


Algo gracioso es que la primer respuesta que obtuve del doctorado fue más bien una pregunta jaja fue una especie de “estás segura?“ porque toda mi formación es bastante clínica y el doctorado es de ciencia básica. Y claro que contesté con un “si“, sin dudar. En mi cabeza había ciertos miedos porque sabía que la maestría aquí está pesada en el área de investigación y pues yo no tendría esas bases, sabía que iba a llegar en desventaja, me metí a cursos de metodología y estadística online antes de llegar para no sentirme tan atrasada. Pero eso no me preparó para la primera semana.


Aparecieron un par fantasmas como “no voy a ver pacientes luego de casi diez años trabajando en clínica“, “estoy empezando con algo que no es mi fuerte“. No se sintió para nada como en la maestría, que yo llegué con plena consciencia que estaba yendo para mejorar mis habilidades, para perfeccionar mis técnicas... Aquí llegué como un “ok, vengo a aprender todo lo que se pueda“. A pesar de que durante mi formación de Lic hubo un momento que la investigación llamó mi interés y pues tuve experiencias que me permitieron conocer, siempre tuve le sensación de que necesitaba aprenderle más. Aquí no podía decir que vengo a perfeccionar, sino que siento que vengo a formarme como tal. Y eso da mucho miedo, la verdá. Dejar la zona de confort.


En mi examen, hubo observaciones que de plano me dejaron como un “ok, no sé esto.. pero quiero aprenderlo y me voy a esforzar“


Esas dos primeras semanas, que me presentaron como la nueva alumna del laboratorio la verdad me sentía (y todavía siento) así:



 

Jajaja vamos a ver cuánto tiempo pasa antes de que me sienta como la segunda parte de esta escena por estrés y etc.


Esa primer semana, en clases, en los trayectos sentía un “OMGGGG, estoy aquí, al fin“. Pero no sé, creo que la pandemia también me pegó, de haber estado tres meses en casa acompañada y luego venir aquí a un depa solo y a una escuela también un poco vacía, al inicio me hizo sentir muy sola y vulnerable.

Fue una especie de sube y baja, porque por un lado me sentía mega afortunada, no sólo por la oportunidad que me dieron, sino también porque me fui dando cuenta que estaré trabajando con un equipo muy bueno, unido y con una guía cálida y muy educativa. Pero, por otro lado me daban momentos de pánico y de duda respecto a lo que “dejé“.


No estoy segura en qué momento pasó.. yo creo que fue la semana pasada que simplemente algo me hizo click, estaba conversando con uno de mis compañeros sobre su proyecto y luego volvimos los dos a trabajar en nuestras compus para leer y sentí un “estoy cómoda“ me gusta este ritmo.. me gusta estar en mi laboratorio, se me pasan las horas mega rápido leyendo y se me hace todo muy nuevo e interesante. La estadística claramente será algo que me va a costar trabajo, ya lo experimenté y eso me revuelve miedos, pero estoy dispuesta a volver a leer, a hacer esquemas, a preguntar hasta que lo logre entender bien.


Estos día le contaba a alíen que hubo un momento que sentí que estaba haciendo muchas preguntas en clase, pero no importó, me di “la oportunidad de no saber y preguntar“ y eso es un gran paso para alguien medio cuadrada como yo. Es extraño, porque si he estado bastante acostumbrada a ser la ñoña de mi grupo, la que ayuda, la que sabe. Ahora no, pero hay cierta libertad en eso y se siente muy bien.


Cuando me preguntaron en la entrevista “por qué un doctorado?“, luego de unos cuantos rodeos nerviosos, dije que la clínica me hace muy muy feliz y me da mucha satisfacción, pero quiero algo más... quiero tener las herramientas para poder organizar mejor mis observaciones y contribuir más allá del consultorio, generar conocimiento que impacte. Y claro que poder compartirlo en la docencia también será un mega plus.


El doctorado me dará eso y siento que he tomando una buena decisión.


Uno de los doctores que estuvo en mi examen me dijo que con la preparación del proyecto hice un ejercicio “al límite“ de mis habilidades actuales y eso es súper correcto, lo he venido pensando todos estos días. Estoy al limite. Pero quiero seguir empujando hacia en frente..



miércoles, 29 de abril de 2020

Estos días

En las ultimas semanas el tiempo ha tenido un transcurso extraño.

La verdad es que la mayoría de los días se me han ido muy rápido, pero cuando pienso que han pasado ya semanas, como que no me cuadra.

Me costó un poco escribir al respecto, de hecho tengo días con el archivo en borrador jaja porque para ser sinceros una parte de mi siente que estoy en una posición, hasta cierto punto, cómoda... Nunca he sido de salir mucho a reuniones grandes y tengo la bendición de que el trabajo se pudo ajustar y sigo viendo a casi todos mis pacientes sin arriesgarme, ni arriesgarlos.


Con gran parte de las personas con las que he platicado últimamente, he remarcado el hecho de que cada quien está viviendo esta cuarentena a su forma... no me atrevería a poner calificativos en específico y me da gusto ver esas publicaciones en las que se fomenta el respeto hacia cada forma de afrontar y lidiar con la situación.


A veces es complicado aplicarnos los estándares que tenemos para otros a nosotros mismos. Usualmente me pasa que soy más estricta conmigo, pero decidí sentarme a pensar y escribir, porque escribir siempre me ha ayudado a desenredarme y procesar. También para pelear en contra de mis propias críticas y admitir que extraño salir a correr por las mañanas, la verdad era una actividad que traía un gran respiro y liberación de estrés. También extraño ir a la iglesia y ver a mis amigos del trabajo. 

Extraño salir a comprar hamburguesas en la noche, ir al seven a comprar botanas o pedir comida a domicilio sin preocupaciones.

Me parece que ese es un sentir que muchos estamos pasando; la añoranza por las rutinas y pequeños detalles que uno hacia en el día a día. Al reflexionar un poco, resulta increíble cada cosa que hacíamos de diario y que a veces ni pasaba por un registro tan consciente. Cada uno estamos viviendo duelos por tiempos indefinidos y nos estamos enfrentando a una situación totalmente nueva. La incertidumbre es pesada. El sentirnos desprotegidos ante una amenaza de la que aún no sabemos cómo es el tratamiento ni podemos ver el desenlace, creo que también puede ser otra emoción colectiva.

Supongo que ahí radica mucho el impacto de este momento, nos encontramos con algo que desafía nuestro sentir de control, que pone en peligro nuestra supervivencia. 


Lo que (en lo personal) me ha pegado un poco más, es el miedo al contagio. Cuando recién empezó todo, la verdad quise irme corriendo a mi casa en Reynosa para sentir el respaldo de mi familia, pero ya con la cabeza un poco más fría decidí que no tenía caso exponerme ni exponer a mis papás; por lo que me quedé en mi depa. Ahora ya me siento más tranquila respecto a la situación de estar sola... pero si he tenido días en los que siento irritada la garganta y me pongo bastante vigilante de cualquier signo, es muy desgastante porque luego la mente te juega malas pasadas jaja


Las veces que he tenido que salir, han sido para comprar la comida.. en un inicio compré para dos semanas y ya lo último que he hecho es comprar para cada mes y congelar, porque el salir y entrar al departamento estaba siendo mucho desgaste por todas las rutinas de limpieza que me aventaba para evitar enfermarme. La paranoia de lavar cada artículo y cosa que estuvo en el exterior también ha sido cansado. 


Algo que me ha costado mucho es ver sufrir a personas importantes a mi alrededor, muchos de mis amigos son muy extrovertidos y están lidiando con cosas más diferentes. Cada uno luchando y enfrentándose a diferentes tipos de problemas dentro de la misma situación. Mi familia también está tensa con el hecho de que esté acá y no puedan verme.


Estos últimos días he decidido dejar de ver noticias o cosas así que tienen títulos catastróficos y la verdad me ha funcionado muy bien. Hubo un periodo que sentía que todas esas noticias desbordaban y no pintaban ningún final alentador, solo aumentaban la paranoia y el estrés.


He estado leyendo mucho en la compu y aprovechando el tiempo para trabajar en unas publicaciones de artículos que tenía pendientes; me he centrado tanto en eso que termino con los ojos irritados y con cierto dolor de cabeza.


Otra cosa que también he retomado es escuchar a Marcos Vidal, un cantante que crecí escuchando y que me parece que tiene letras muy buenas, porque de cierta forma es muy critico. Hay un canto en particular que se llama "Parábola" y habla de que a veces nos metemos tanto en rituales y actividades religiosas y olvidamos que algo central es el amor y la ayuda al prójimo, el ser sensible.

Pienso que el tema de religión es un asunto complicado, hay mucha gente en contra. La verdad es que es entendible la actitud crítica hacia la religiosidad si uno piensa en algunas consecuencias que ha tenido cuando se lleva a un extremo; sobre todo si nos centramos en definir la religión tomando de base a personas como las que decía, envueltas en rituales que luego olvidan que la fe en realidad tendría que hacernos más sensibles y solidarios hacia los demás. 

Hay otro canto que se llama "Nada especial" y habla sobre que las personas con una religión realmente no tienen algo propio y particular que las distinga, que les cuesta admitir cuando se equivocan y que tienen muchos errores.. pero que han logrado creer y es esa creencia, esa fe lo que los sostiene y les da esperanza. 


Es interesante como de cierta forma, cada quien tiene sus estrategias de afrontamiento y pienso que sería importante tener autoconocimiento para retomar las actividades que nos den tranquilidad y que quizá habíamos descuidado.


Viviendo estos días, pienso que la fe es algo que puede ayudar; sin pretender que este post termine como un discurso motivacional.. porque la verdad eso me chocaría mucho jajaja pero me parece que es un buen tiempo para reflexionar y apoyarnos, ser sensibles a los demás y a nosotros mismos, esperar juntos.

Hacer esas cosas que usualmente no nos damos el tiempo de hacer, retomar el contacto con personas importantes y cuidarnos unos a otros.